Te falta tiempo. Se va el día y no te alcanza, la semana corre y el mes vuela.  Cierras los ojos y te das cuenta que pasó un año y repites a tus conocidos una frase típica acerca de lo rápido que… se te fue el tiempo y sientes que no has avanzado nada o, aún peor, sientes que le dedicas el tiempo a algo que no es tan relevante para tu vida.

Al empresario y al trabajador les pasa lo mismo. En el primer grupo, los hay de los que trabajan y ganan un montón pero se sienten esclavos de su empresa. Los más, trabajan muchísimo pero ganan poco y sienten, encima, que ni siquiera pueden contratar a alguien para delegarle parte del trabajo.

Entre los empleados también están los que van bien económicamente pero muchas veces a costa de entregar su vida entera al trabajo; los más, sin embargo, entre transporte, trabajo y vuelta al transporte, están inmersos en una dinámica laboral de más de 12 o 14 horas. Sus hijos son de la nana o de la abuela.

¿Vale tanto esfuerzo? Muchos y muchas lamentan perderse los primeros años e incluso las primeras décadas de sus hijos. Muchos llegando a los sesenta, se dan cuenta que nunca tomaron vacaciones ni se dieron el tiempo de viajar. Sin querer, más precisamente, sin querer queriendo, dejaron siempre para más adelante el asunto de organizar su vida económica de una mejor manera.

¿Por qué actuamos así? –te preguntarás-, quizás porque seguimos actuando como si la economía peruana no estuviera creciendo tan radicalmente. Actuamos sin ver ni analizar, amarrados a una concepción válida en otros tiempos. No somos capaces de buscar mejores opciones para nuestra vida y a pesar de que hoy las hay, no podemos percibirlas.

Seguimos actuando desde el temor a que algo nos pase, que llegue la crisis y nos agarre mal parados. Seguimos, a pesar que ya debiéramos haber cambiado de actitud, siendo híper conservadores y timoratos.

¿Es tu caso? Busca ayuda. El país crece y ya es hora que te atrevas a vivir mejor.

Publicado en El Comercio, Suplemento Mi Empresa, el domingo 15 de abril.