Me parece que Larcomar tiene que clausurarse de inmediato. Hasta que se corrija todo lo que se necesita corregir y sino se puede corregir, pues la clausura lamentablemente tendrá que ser definitiva. A los problemas iniciales, se suman todas las expansiones para aprovechar el máximo de espacio, han sido terribles en materia de seguridad.

Que el Jockey Plaza, con tanta nueva construcción laberíntica, tiene que ser intervenido y analizado con todo el rigor posible. Y si todo ese laberinto hechizo tiene que ser demolido, pues hay que proceder a hacerlo, lamentablemente. Lo mismo para el Megaplaza.

Que el Estado tiene que hacer caso a los dirigentes de Gamarra que claman años de años porque retiren a los ambulantes de las calles, prohiban las cocinas en la vía pública y liberen los accesos.

Que el Estado tiene que hacer de los espacios públicos una prioridad en cuanto estándares de seguridad, limpieza, accesibilidad, etc.

Mercados, galerías, estadios, cines, discotecas, Cc comerciales, restaurantes, etc. deberían cumplir esos estándares y si no ser clausurados hasta que acaten lo que se debe acatar. Y lo que se tiene que demoler, se tiene que demoler.

El propio aeropuerto Jorge Chávez está bloqueado por los taxistas que tienen la concesión y todos los demás que esperan por chapar un pasajero.

Lamsac debe invertir YA en paraderos para que los ciudadanos que toman su movilidad con seguridad en la vía de Evitamiento. Es el colmo con tanto peaje que no se piense en los pasajeros de los barrios que son cruzados por la Evitamiento.

Hay que concentrarse en lo importante y poner mano muy firme a los que quieren saltarse los estándares.

Todo esto tiene que ver con las normas, ganas de cumplirlas y respeto por el ser humano, pero sobretodo con dueños, gerentes y funcionarios públicos, la angurria y la corrupción.

En vez de estar contentos por lograr estándares de calidad y seguridad, aquí muchos gerentes se ponen contentos por abaratar costos al máximo, poniendo en riesgo a todos, partiendo de sus propios trabajadores.

Y, el Estado, debe generar espacios para la realización de las ferias que las ciudades necesitan.