Hay varios debates en este debate congresal. Y ese debate debería salir de ese antro:

¿Qué opinan los jóvenes que acaban de dejar de ser adolescentes? ¿Cómo les hubiese gustado que los eduquen? ¿Cuál es la exposición que tienen a la pornografía los chicos y las chicas? ¿Han cambiado las prácticas sexuales por la masificación de la pornografía? 

¿Qué opinan madres y padres de los retos que les están planteando sus hijos adolescentes? ¿Cuáles son sus angustias? ¿Cómo creen que en el colegio se les puede ayudar? ¿Cuáles son sus reacciones cuando sus niños y niñas les preguntan temas sexuales? ¿Cómo reaccionan ante las exploraciones sexuales de sus hijos e hijas? ¿Sienten que tienen herramientas, se sienten prejuiciosos, se sienten autoritarios? ¿Cuáles son las diferencias que notan entre la experimentación de sus hijos e hijas y su propia exploración?

¿Qué opinan los maestros y las maestras de los últimos grados de primaria y los de secundaria? ¿Contra que temores luchan? ¿Cuáles son sus prejuicios? ¿Cómo están las cosas en el aula? ¿Cómo perciben a los padres y madres de sus alumnos? ¿Qué información requieren?¿Dónde la están buscando hoy? 

¿Qué dicen los gays y las lesbianas? ¿Qué dicen los hombres y mujeres transgénero de su época escolar?

Hay que sacar la discusión de este ridículo congreso. Hay que hacer que la gente hable. Los medios deben ayudar ¡Salgan del congreso! Vayan a la calle. 

Llenemos las redes de testimonios. Cada uno de nosotros es dueño de un medio de comunicación. Llenemos nuestros medios sociales de testimonios, reportajes y entrevistas. Hablemos, escuchemos, miremos, conozcamos, opinemos. 

Hoy no dependemos del congreso, y en el extremo, tampoco del sistema educativo. 

 Para que niños y niñas sean más libres, menos miedosos, disfruten más de su sexualidad, sean más respetados y más respetuosos, para que asuman como normal un cuerpo calato, para que cualquiera brille por su talento, para tener una sociedad más armoniosa, hablemos, escuchemos, conversemos.