APENAS 26 MESES PARA EL BICENTENARIO

Faltan 26 meses para el 28 de julio del 2021. Ese día la república del Perú cumple 200 años de la independencia, y, de seguro, ya todos los presidentes electos en las elecciones de los últimos 36 años estarán en la cárcel (para todo efecto, Alan, también).

Se supone que el bicentenario es una fecha relevante. Pero solo faltan 26 meses y no se nota que existirá alguna cosa importante en esa fecha. Quizás se invente una canción boluda, pero no habrá mucho de qué enorgullecerse.

Unos pocos meses antes, habremos elegido a un nuevo gobernante. Si no hacemos algo pronto, será a ciegas, sin debate de ideas y en un ambiente enrarecido... .

Porque díganme ¿dónde se están gestando las ideas que nos gobernarán la próxima década? ¿Dónde están debatiendo los futuros líderes? ¿En qué espacios están difundiendo su doctrina?

Estamos dominados por la ridícula agenda congresal. Una agenda dominada por corruptos expertos en distraer la atención e inventar fuegos artificiales y así poder jalar agua para su molino.

Distraer para que la tarea de saquear se haga sin que nadie la observe.

Estamos dominados por los políticos funcionales a las mafias que están en el congreso. Ellos copan las agendas de los medios de comunicación y, por su intermedio, nuestra atención.

Como si sus posiciones fueran importantes. Como si algo bueno saliera de hablar con ellos, de darles nuestro tiempo.

Los políticos de hoy no estarán en los primeros años del bicentenario de la república. Desaparecerán. Lo que hablan hoy no sirve para el futuro. Entonces, ¿por qué les ponemos el micro y las luces encima de una manera casi monopólica?

Los medios harían bien si salen en busca de ideas, si se dan espacio para interrogar a aquellos que han trabajado años temas relevantes. Si dan pie para la formación de nuevos liderazgos.

Porque... ¿A quiénes vamos a elegir en el 2021 si la exposición pública la dominan aquellos a los que no podremos elegir?

El bicentenario se construye hoy. Es este, un país saqueado, con una infraestructura citadina paupérrima, con servicios públicos que hacen agua, con un aparato burocrático sin propósito.