La invasión de un Gamarra que no es Gamarra
Madres desesperadas 10 semanas después
Las madres urgidas por dinero salen a trabajar.
Desesperadas por alimentar bocas.
Compran ropa.
Venden ropa.
Porque las familias en Perú necesitan ropa.
Porque llegó el invierno,
Porque los niños crecen.
Porque se necesita abrigo
comida
dinero.
No tiran piedras.
No marchan.
No asaltan.
No están
rompiendo puertas
para saquear tiendas.
Dejan a sus niños
quién sabe en manos de quien.
Se van a una zona
cerrada,
enrejada:
Gamarra,
donde, usualmente,
decenas de miles de personas
iban a comprar ropa.
Gamarra está cerrada,
Enrejada.
Parada.
Pero su nombre es tan fuerte que
cuatro lejanas cuadras más allá
la prensa
llama
a las y los comerciantes ambulantes
“Informales de Gamarra”.
Porque bueno
los cajones de sastre
de la prensa
tienen pocas palabras
y les encanta poner etiquetas fáciles.
¿Es ropa de Gamarra
o ropa de los campos feriales de Grau?
No sé
Solo sé que Gamarra está enrejada
Y no permiten el ingreso
De nadie
Hace 20 semanas.
Pero
como
no
conocen
dicen lo fácil
"ropa de Gamarra"
Y como
están
en una calle
cerca a Gamarra
suman su palabra favorita
para señalar
al peruano
a la peruana
de un color
de un origen
de un tamaño
de un vestir
Ellos, la mayoría de peruanos son:
"los informales"
¿De dónde?
pues de Gamarra
Suman
las dos y sale
“informales de Gamarra”.
Mezclan todo.
Y le quitan peso a todo:
a los problemas de
las y los confeccionistas
que quieren retirar
sus máquinas
a las y los comerciantes,
inquilinos y propietarios
de las muy caras,
costosas,
tiendas
que están en las galerías
de Gamarra.
Con “informales de Gamarra”
los silencian
silencian sus problemas,
sin darse cuenta, claro.
Sin darse cuenta,
los vuelven a descalificar
irrespetándolos
irrespetándolas.
La ministra de la Producción
nos dice a los peruanos:
compren por internet,
que les llegue la mercadería por “delivery”.
Ha escuchado
muchas veces
de la baja,
bajísima
tasa
de
peruanos
bancarizados
pero
el peso
de su status social
le impide
entender
que extensas zonas del Perú
No
pueden
comprar
por
internet.
Conoce poco.
Su equipo conoce poco.
No tienen idea
Lamentablemente
De cómo es la vida y
La necesidad
De la mayoría de peruanos.
La comida es una necesidad básica.
El vestido también.
Las mamás desesperadas se mezclan
Llegan de varios puntos de Lima
Llegan al imán de las calles
De La Victoria
Ubican a quien comprarle ropa
Ubican su punto en el suelo
Esperan a otras madres que llegan a comprar
Para vender en sus barrios
O que se han movilizado
Para conseguir ropa que en sus casas necesitan.
Vivimos condenados a
una economía “clandestina”
Abierta a los ojos de todos.
Quieren ganarse el pan
Piden un lugar en buenas condiciones
No roban
Pero la fuerza de la ley
Les arranca sus bolsas con mercadería
La prensa
Las tilda de irresponsables
Y se arma un diálogo de sordos
Organícense!
Le reclaman
A la turba laboriosa
Las madres lloran
Despojadas de sus bolsas
Con mercadería
Sus hijos lloran
Lloran y lloran
Las cuestionarán
cuando
regresen
Mamá por qué has salido
Las personas
Que en sus casas
ven
el espectáculo
No entienden nada
Cómo es posible que
no respeten la cuarentena
Se jalan los pelos
Esto no parará nunca
Se deprimen
Se angustian
Piensan que no saldrán
nunca
más
de sus casas
Vivos
O ellos
O ellas
O sus padres ancianos.
Si partiéramos
por
reconocer
El país
que
vivimos
Hubiéramos
ya montado espacios en los barrios
Entrenado a las personas en las medidas
de bio seguridad
para realizar comercio por mayor
y por menor.
Ya, hace semanas, se habría reconocido
Que no se abrirá Gamarra para la actividad
Ni Mesa Redonda
Ni Wilson
Ni las Malvinas
Y promovido que los empresarios ahí instalados
cambien de plaza
alquilen garajes, salas puerta a calle
y atiendan a los clientes de su vecindario
Y en todos
los vecindarios
del país.
Pero es más fácil
etiquetar
qué pensar.
Y es más fácil claro
hablar de e-comerce
y delivery
desde una torre
instalada en San Isidro.